No voy a repasar todos los hallazgos científicos que nos han brindado investigadores de diversas nacionalidades, ni voy a volar por mis sueños de futuros hallazgos relacionados con la geología histórica, pero si os voy a relatar el descubrimiento, que a mi parecer cambió nuestra concepción ambiental.
En los ochenta un grupo de investigadores de la British Antartic Survey que estudiaban la atmósfera en la Antártida, quedan aterrorizados ante la evidencia de la destrucción de la capa de ozono en el continente helado. Sí, esa famosa capa que nos protege de los letales rayos ultravioleta que imposibilitarían la vida en la superficie de la Tierra.
El agujero antártico descubierto en dicha capa, tiene una oscilación de tamaño estacional, pero lo alarmante del asunto es que su tamaño con el paso de los años aumentaba. Dicho aumento tenía una causa química: los CFCs, que gracias a un acuerdo internacional en Montreal (1986) se acordó dejar de utilizar dichos compuestos.
Actualmente se sigue la evolución del agujero, pero el problema es que los CFCs tienen un alto periodo de residencia en las capas superiores de la atmósfera, es decir, hasta pasados 100 años no empezará a cerrarse de forma notable.
El famoso caso de la capa de ozono, con el tiempo se olvidó, hasta el punto de escucharse a profesores universitarios afirmaciones del tipo: "fué un invento para frenar a las potencias productoras de CFCs".Pero prefiero quedarme con el impacto que causó la noticia a nivel global, que logró un acuerdo internacional para salvar la vida en el planeta, y señaló el amanecer de una auténtica conciencia hacia la sensibilidad ambiental.
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