domingo, 11 de marzo de 2012

Japón, un año después de la tragedia.

Ha pasado un año del terremoto,  que produjo el maremoto y  tsunami que arrasó la costa oriental de Japón.

La desgracia fue mayor, cuando la masa de agua asoló la instalación eléctrica de la estación nuclear de Fukusima.
 Entonces el desastre natural, pasó a desastre nuclear debido a la falta de previsión humana, y la falta de estudios serios de los riesgos geológicos.

Riesgos muy destructivos y muy poco estudiados, que podrían suceder, por ejemplo en España, a causa de un maremoto que se origine en el Atlántico, evento posible, estadísticamente hablando.

 El problema es que tenemos un antecedente: un maremoto de gran magnitud y  su foco localizado en el Atlántico, asoló la ciudad de Lisboa en el siglo XVIII.



La catástrofe nuclear, la segunda más grave después de Chernóbil, ha hecho reflexionar al mundo entero acerca de este tipo de energía.
 Pero la crisis se interpone en el desarrollo de fuentes de energía más seguras, respetuosas con el medio ambiente  y renovables. Sin embargo, algunos los gobiernos, siendo democracias, no dan datos ni cifras reales de incidentes que se producen todos los años en centrales nucleares. La prueba es que un año después de la explosión de la central de Fukusima, el gobierno nipón no ofrece información transparente a sus ciudadanos.

Los grandes intereses nucleares parece que están por encima de la democracia, y su soberanía. Un año después, no se ha estabilizado la situación en la central nuclear, los reactores siguen calientes y la radiación habitará ese lugar para siempre.



Mis condolencias al pueblo japonés, en el aniversario del día en que su tragedia nos hizo reflexionar  a todo el planeta, acerca de los peligros de origen geológico y de los peligros la energía nuclear.

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