viernes, 30 de diciembre de 2011

Próxima estación: Cordillera Ibérica.



Comienza el invierno en el hemisferio norte, y en la Península Ibérica se registran las primeras heladas. El invierno es duro en la Meseta, pero especialmente frío y duro en una cordillera española: la Ibérica.

Conocí esta sierra, en mis trabajos de campo y en varias ocasiones me tocó recorrerla en esta estación. Unos paisajes tan bellos como duros, indómitos y salvajes, donde los castillos alzados sobre crestones desafían y recortan los horizontes, bajo un cielo limpio y un espacio silencioso a veces roto por los cantos de los hijos del Moncayo.

 
A veces sus formas recuerdan a paisajes típicos de western americano, junto con una geología variada y cambiante, diversa, muy apropiada para aficionados y profesionales de la tectónica o la paleontología. Por los caminos de la Ibérica se han escrito muchos episodios de la historia de España: el própio Cid Campeador pisó estas tierras, que fueron testigo y escenario de operaciones bélicas según nos cuenta el Cantar, Prueba de ello es la población de Molina de Aragón con su sabor medieval. El sistema Ibérico comprende las Comunidades de: Castilla-León, Castilla la Mancha, y Aragón llegando incluso a la Comunidad Valenciana.

Clima duro pero bello y evocador, porque por sus faldas soñaron y siguen soñando escritores de primera línea (Bécquer y Machado, entre otros) también posee ciudades casi mágicas como Medinaceli, cuyo arco romano saluda soberbio a los viajeros que cruzan estos parajes.
Pero yo personalmente, sufrí cerca de la localidad de Lodares, una ventisca aterradora, que obligó incluso que la Guardia Civil, a protegerse  bajo el amparo de alguna estación de servicio. Poseen los dominios de la cordillera Ibérica, una biodiversidad rica tanto en fauna como en flora, debido a la multitud de biotopos que alberga.

A veces comento con amigos y compañeros, qué lugares del solar patrio les han parecido los más fríos y duros; cada uno cuenta su experiencia ligada a un paisaje, pero en el momento en que nombro la Ibérica, un silencio frío y miradas sombrías no aciertan a contradecir el desafío que supone esa sierra:  es como una mujer bella pero con carácter durísimo, pero a la vez dulce, eso si, cuando quiere y para quien tenga capacidad de saborearlo. Es como esos whiskys añejos que solamente los muy experimentados saben disfrutar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario